jueves, 22 de julio de 2010

LEYENDAS DE DE NUESTRA CAMPIÑA......

LA LEYENDA DE LA COYOTA TEODORA.

Nota: Esta leyenda está inspirada en las tradiciones de la región del valle de la Esperanza que se describe en la misma, ha sido realizada a través de investigación de la tradición de cuentos de generación a generación, se advierte que cualquier nombre o parecido con la realidad es ficción.”

El valle de concepción, situado en la cúspide del cimarrón fue el pintoresco escenario de la leyenda de la coyota Teodora, así lo aseguraba Carmelo Vásquez y su mujer la Narcisa, Zoilo Hernández y Tiburcio Batres entre otros lugareños. Cimarrón es el nombre del cerro que se eleva al norte del valle de la Esperanza, desde ahí se observa un bello paraje verde esmeralda donde emergen los poblados de San Buenaventura, jucuapa, chinameca y nueva Guadalupe, como cuadrilátero paralelo a una serpentina carretera Panamericana y cruzado al interior por un hilo de plata conocido como río Jalapa, Mientras Lolotique duerme en las alturas del cerro, con su velo de neblinas que le da el mote de “Londres del cimarrón”. Valle de la Esperanza, fue el nombre de un esperanzador decreto presidencial de 1951, para mitigar la penuria y destrucción que dejo el terremoto del 6 de mayo de ese año.
En el valle de concepción vivía Teodora, una hermosa joven de piel morena y vivaces ojos negros, de abundante cabellera negra azabache y de un cuerpo alzado y voluptuoso, que cortaba la respiración a sus lugareños. Cuentan que Teodora fue criada desde que nació con sustancia de gallina india, porque su nana Tomaza no la pudo amamantar, aseguraban que la embrujaron con el mal de la chiche asustada y por eso no le dio pecho a la Teodora y entonces la criaron desde chiquita solo con caldo y sustancia de gallina india.
Pretendida por todos los muchachos del valle, y como quien dice que sabiendo lo que tiene, Teodora bajaba del cerro todas las mañanitas por el sendero que desde el valle conduce a la poza del Salto, pasando por donde se le llama El Maneadero, hasta llegar a la enigmática poza del salto.
La poza del salto es un paraje mágico y solitario, entrelazado con una verde y espesa vegetación, donde se forma una caída de agua del río Jalapa y en su lecho una poza color esmeralda rodeada de gigantescas rocas. No son muchos los que se atreven a bañar en ella, por temor al remolino que dicen tiene en su interior o por ser tentados por la codicia de perseguir el guacalito de oro, que se aparece a los que se atreven y que los lleva, sin retorno, hasta las profundidades de la poza. Sin embargo éste lugar misterioso era el preferido por Teodora para su baño matinal. Cuentan que sus numerosos pretendientes bajaban tras el paso de Teodora, para vigiarla desde los matorrales y esconderse entre la espesa vegetación.
A pesar de la pulcritud de la época, Teodora no tenia vergüenza de su actitud promiscua, de desnudarse y quedar en ropa intima, nadar en la poza, sumergirse y aparecer en distintos lugares de la misma, hasta recostarse y contornearse con la ropa mojada y transparente sobre una de las piedrotas que están a los alrededores de la poza, sabiendo que muchos ojos ocultos la observaban de manera insidiosa, logrando sus propósitos lujuriosos.
Los rumores y comentario sobre los seguimientos de los muchachos y de algunos ya mayores, a los matinales baños de Teodora, crearon un sentimiento y actitud de rechazo de las matronas y muchachas del lugar en contra de la Teodora, llegando hasta las agresiones verbales, incluso no le querían vender en la tienda del valle. Tomaza, su madre, siempre fue mal vista en el lugar, decían que ella y su marido Visitación, aprovechando la oscuridad de la noche hurtaban las gallinas del valle para alimentar a la Teodora, cuentan que Visitación su padre, seleccionaba las gallinas que hurtaba según sus colores.
Chepe Baiza, a quien apodaban, chepe conejo, era un joven tímido, callado, dedicado al cultivo de fríjol y maicillo en las laderas del cerro, Chepe miraba como todos sus amigos y algunos señores, bajaban tras la Teodora para verla bañar en la poza. Un buen día Chepe conejo, influenciado por los comentarios, siguió a los curiosos, se acurrucó al pie de unos matones de iril y fijó su mirada en la Teodora que contorneaba lujuriosamente su cuerpo envuelto en transparente ropa húmeda en una gran piedra pacha al lado de la poza, Chepe se quedó mudo, y se puso pálido y asustado del espectáculo que sus ojos habían visto. Desde entonces Chepe Conejo no se la pudo sacar de su cabeza, quedó como encantado y sumido de pasión por la Teodora, se le veía idiotizado, ido, como jugado decían sus amigos; pero los celos carcomían a Chepe conejo cuando miraba que los lugareños bajaban a vigiar a la Teodora.
Los padres de Chepe comenzaron a preocuparse de verlo en ese extraño estado, pues casi no comía ni dormía, creyeron que había sido embrujado por la Teodora y decidieron llevarlo a donde el brujo Manuel tunete, quien le increpó sobre su estado; Chepe conejo le confesó que desde el día que vio a la Teodora durante su baño matinal y revolcándose en la piedrota pacha del Salto, había quedado profundamente enamorada de ella y que saldría de esa pesadumbre si la Teodora le correspondiera sus pretensiones amorosas.
Pateaste la culebra le dijo el brujo Manuel Tunete, tenis el mal de amores, esa mujer te tiene hechizado, embruja a todos los hombres que la ven y que son cortos de espíritu, los tiene comiendo de su mano y los aleja de sus novias y mujeres, ella los entusiasma e incita con sus baños, sus risas pícaras y sus guiños de ojos; pero a todos los burla y los engaña, así que toma en ayunas, todos los días, esta poción de agua de colación y hierbabuena para sacar el hechizo, además te haré una limpia con hojas de tigüilote y jiote.
Pero como tratar de olvidarla ñor Manuel si es tan hermosa, le dice chepe conejo, yo voy a ir a buscarla y declararle mi pasión….yo la quiero para mi…..No te lo aconsejo le dice el brujo Manuel, por ahí se dice que Casimiro Carballo, un hacendado del Palón, la pretende y que la visita todas las tardes….si te quieres convencer de mis palabras, podes ir como a las cinco de la tarde y si ves un caballón negro en el rancho de la Tomaza es que ahí esta Casimiro Carballo Cruz.
Ese día Chepe no descansó en su pensamiento, no tuvo sosiego, por lo que el brujo le comentó, a las propias cinco de la tarde Chepe se aproximó al rancho de la Tomaza, y divisó desde lejos el caballo negro amarrado en el cerco de la entrada al rancho, al llegar más cerca vio como la Teodora colgaba del cuello de Casimiro, un hombre alto, vestido de negro, con botas de cuero y filudas espuelas, se notaba en él una espesa barba en forma de candado, quien besaba apasionadamente a la Teodora y ella igual le correspondía, Chepe no pudo contener sus emociones y su pesadumbre y huyo como un loco, sin sentido, por la calle vieja que va para Lolotique, montado en su caballito bermejo; pero al pasar por el despeñadero de las antenas su caballo relincho cuando le apareció un cascabel y Chepe y su caballo rodaron por el desfiladero, quedando muerto al instante.
La noticia se supo rápidamente en el valle y llegó hasta los oídos del cura de Lolotique, el padre Anselmo, quien conocía muy bien a Chepe porque siempre fue de los cristianos que cumplían con el diezmo de su cosecha….. Esto sucedió un viernes por la tarde, el domingo siguiente en la misa de la mañana, el padre Anselmo, no solo lamentó la muerte misteriosa de Chepe baiza, también denunció lo que estaba pasando en el valle de concepción, de que los hombres del lugar estaban embrujados con los juegos pecaminosos y promiscuos de la Teodora, la maldijo entonces el cura, por ser la causante de la muerte de Chepe y por las inmoralidades a que incitaba a los lugareños.
Al conocerse en el valle, la maldición de tata Cura, la gente dispuso quemar el rancho de la Tomasa y sacarles del lugar, Teodora y su familia al enterarse huyeron hacia el palón en busca de refugio y protección de su enamorado Casimiro Carballo, y no aparecieron hasta varios años después en un lugar denominado La Isla, al otro lado del río Jalapa y cercano a la poza del salto.
El tiempo transcurría y parecía que aquel trágico suceso era del pasado, en el valle de concepción solo quedaba su recuerdo ingrato.
Casimiro y la Teodora, vivían en una casita de adobe y tejas; muy bien repellada con cal y cemento, pintada de blanco, con cultivos de maíz y de mango indio, en un terreno de la comunidad de la Isla y a unos 300 mts. De la poza del Salto, el lugar preferido de Teodora. Casimiro era aficionado a la crianza de perros, sin embargo a Teodora le causaban repulsión y los maltrataba, por lo que Casimiro tuvo que desistir de criar perros, para no tener problemas con su mujer.
A los meses de vivir en la isla Teodora comenzó a visitar la poza del salto, lo que causo el enojo y los celos de Casimiro, añadido a que a tres años de estar juntos no le había procreado ningún hijo, los celos crecieron a niveles enfermizos y entonces Casimiro acompañaba a Teodora, cada miércoles por la mañana a la poza del salto.
La gente de la isla y sus alrededores venían notando que desde algún tiempo acá estaban desapareciendo sus gallinas y sin explicación alguna, era seguro que al aullado de un coyote y el espanto de las gallinas desaparecían no menos de 2 0 3 animales.
En casa de Teodora no faltaban la sopa y guisos de gallina india, era el alimento principal de Teodora, por no decir de todos los días, sin embargo, Casimiro estaba aburrido de ello además que le parecía raro que sin tener crianza de gallinas ni comprarlas, estas no faltaban en su casa. Las explicaciones de Teodora al respecto eran evasivas y sin convencer, por lo que Casimiro comenzó a sospechar que algo muy raro se tenía su mujer.
Otra parte de la sospecha era que la Teodora se levantaba a medianoche con la excusa de tomar lo fresco de la noche, barrer la casa o el solar, limpiar la cocina, etc. Lo que tampoco convencía a Casimiro y lejos de eso le acrecentaba las dudas sobre la inexplicable costumbre de su mujer.
El secreto de Teodora era preparar siempre para la cena de Casimiro una infusión de café de maíz cocido en agua de pito, que lo hacía a dormir profundamente, entonces ella a la medianoche se levantaba para la cocina, ponía una pócima misteriosa en el centro de una mesa, comenzaba decir unas oraciones extrañas, daba alrededor de la mesa tres vueltas al derecho y tres al revés y tomaba la pócima, luego tomaba un guacalito chelito de morro y escupitaba en el guacal, depositando ahí su espíritu humano, para transformarse en una horrible y tenebrosa coyota. Al instante salía rauda y silenciosa, acompañada de otro animal que la espera fuera de la casa, era como un perro de ojos rojos como brasa que babeaba incesante, presuntamente el cadejo, luego se escuchaba el espanto de las gallinas de alguna casa vecina, el aullar de la coyota y regresaba de madrugada a la casa con las presas en sus fauces, no sin antes revolcarse, como alimaña en celo con el tenebroso compañero de los ojos de brasa.
Al llegar a la casa, la coyota se dirigía a la cocina dejaba sus presas en el suelo y subía por un tabanco a tomar de nuevo el escupitajo depositado en el guacal de morro, para convertirse nuevamente en la hermosa mujer de Casimiro. Al reconvertirse en humana Teodora preparaba las gallinas y procedía a cocinarlas en sus platillos favoritos.
Cerca de la casa de Teodora vivía Braulio Gómez, quien cansado de ver cómo sin explicación alguna sus gallinas desaparecían, tras el aullido de la coyota. Dispuso entonces un día hacer vigilia en su gallinero, escondido tras unas trozas de Carreto y armado de una escopeta, no sin antes hacerle a cada cartucho de la escopeta una cruz con agua bendita.
Una noche en que la luna estaba llena y que alumbraba como el día, Braulio tuvo la corazonada de que esa noche llegaba la coyota, y se apostó tras las trozas de Carreto al fondo del gallinero, acompañado de un perro blanco parchado de negro llamado cañirle. Pasadas las doce de la noche cuando todo estaba silencio, Braulio sintió que sigilosamente, se acercaba un animal como un coyote, con los ojos como braza y otro que lo seguía a distancia. Cuando la coyota irrumpió en el gallinero Braulio disparo su escopeta hiriendo al animal en el costado, la coyota impactada salió huyendo despavorida del lugar, Braulio armado de valor siguió a la coyota, acompañado de su perro cañirle, sorprendido observó que la coyota entro a la casa de su compadre Casimiro Carballo mientras el otro animal con aspecto del cadejo se escudriño por el cauce del río jalapa.
Al día siguiente Braulio dispuso visitar a su compadre Casimiro al lugar donde este se encontraba sembrando un frijolar, para contarle lo ocurrido esa noche, al llegar Braulio encontró a Casimiro y luego de saludarlo le relató lo sucedido en esa noche y madrugada. Para Casimiro fue un susto muy grande porque precisamente la Teodora amaneció herida de las costillas, como con rosones de alambrada y se había ido al amanecer a donde un curandero de las Charcas. Casimiro se reservó esta cuestión y después de agradecerle por su relato, dijo a su compadre Braulio que esa misma noche iba a vigilar su casa.
Esa noche Casimiro no tomó la infusión de café con pito que le preparaba la Teodora y se dio cuenta de que esa poción hipnótica era la que lo adormecía; pero desde entonces la Teodora ya no se levanto por la noche, seguramente por el dolor que le provocaban las heridas, y así pasó por varios días, mientras en la casa faltaba la sopa y el guiso de gallina, a la vez la Teodora no comía y se ponía muy flaca, esto levantó mas las dudas de Casimiro y esperó pacientemente.
Casimiro decidió recurrir a donde el padre Anselmo, para contarle de sus sospechas, el cura le aconsejó de que tenía que estar preparado para enfrentar esa posible brujería y le entregó la cuerda de San Francisco para que azotara al animal y un poco de agua bendita para que se la rociara y si no es de este mundo, no les volverá a molestar, le aseguró el padre Anselmo.
A los quince días del suceso la Teodora se levantó con hambre nuevamente a la media noche, Casimiro pendiente de lo que hacía esperó pacientemente y la siguió hasta la puerta de la cocina, allí pudo ver horrorizado el satánico ritual de su mujer y como escupía su espíritu en forma de una flema espesa y amarillenta, en un guacal de morro y se convertía en una horrenda coyota, la siguió hasta que salió de la casa y pudo ver como afuera la esperaba ese perro de los ojos de braza que a la vez la revolcaba como perro en celo. Furioso Casimiro por vivir acompañado de una bruja, se fue a la cocina, tomo el guacal de morro con el escupitajo y lo lanzó a la lumbre de la cocina que todavía fulguraba y una misteriosa lengua de fuego que casi llega a las tejas, arrasó calcinando el guacal que contenía el espíritu de la coyota Teodora.
Cuando la coyota regreso por la madrugada, Casimiro observo que cargaba dos presa en sus fauces, las puso al suelo y subió el tabanco para buscar el guacal con el escupitajo, al no encontrarlo la coyota pegó un pavoroso y horrendo aullido que se oyó por toda la comarca y se abalanzo al cuarto de Casimiro quien la esperaba con el agua bendita en una mano y la cuerda de San Francisco en la otra. Al abalanzarse la alimaña sobre Casimiro este le lanzo el agua bendita que en el acto quemó a la coyota a la vez la golpeo con la cuerda de San Francisco y la anímala huyo despavorida del lugar, dando alaridos de dolor.
Cuentan que la vieron pasar por el maneadero y los encuentros rumbo a la poza obscura de San Buena, pasar por potrerillos, subir a Lolotique por el despeñadero donde murió Chepe conejo, salió rumbo al norte, que llegó a Jocoro donde la conocían como la coyota llorona. Por fin dicen que se fue la coyota detrás de unos hombres que iban para el lado de Honduras, y se ahogó por allí por Upire, en el río lajitas.

ORIGENES DEL FUTBOL EN SAN BUENAVENTURA

ORIGENES DEL FUTBOL EN SAN BUENAVENTURA

Esta publicación ha sido extraída de la revista Españita de 1987, publicada por el España F.C. y es producto de una entrevista del Lic. Elmer Machuca Gómez al señor Francisco Adán Soto Machuca.
En el pueblo de San Buenaventura se practica la rama deportiva del fútbol desde 1931, gracias al siempre bien recordado Sr. Antonio Rivera (QEPD).
Un veterano del fútbol Buenaventurense el señor Francisco Adán Soto machuca, Informó a la Revista ESPAÑITA que el señor Antonio Rivera lIevò los primeros conocimientos de fútbol a la poblaci6n de San Buenaventura.
Explicó que Rivera, por los años de 1931 y 1932, cuando estudiaba para sacerdote en el seminario menor de la ciudad de San Miguel, llegaba a pasar vacaciones a San Buenaventura y en esas estadías comenzó a hablarles sobre el deporte del fútbol y luego los invita practicarlo con los j6venes del pueblo.
A raíz de ese bien fomentado entretenimiento, surgió el primer equipo de fútbol en San Buenaventura con el nombre de Club Deportivo Santa Fe. La primera acción para la integraci6n del Santa Fe fue la contribuci6n monetaria de cada uno de los futuros jugadores.
En esa oportunidad, cada uno colaboró con veinticinco centavos de Colón, (unos diez centavos de dólar de la época, pues el cambio oficial era de 2.50 de colon por un dólar), para comprar el primer balón que costaba unos siete colones, que consistía en una pelota de pit6n (era una vejiga de hule llamado neumático) amarrada con correas de cuero, dice visiblemente emocionado nuestro informante, Don Francisco Adán Soto Machuca.
En su inicio, el Club no cont6 con una Junta Directiva, pues eran los mismos jugadores los que lo impulsaban; y fue hasta 1940 que se mantuvo con el nombre de Santa Fe. Luego, se le llamó C. D. El Impulso por solo un lapso de cinco años, pero en este caso con un comienzo organizativo que nombraba como encargado de los dineros del equipo a nuestro informante señor Francisco Adán Soto, lo que equivalió prácticamente a un tesorero, y como Capitán del equipo al señor Antonio Rivera, podría decirse su fundador.
Expresa el señor Soto que a aquel primer plantel de jugadores recuerda pertenecieron: Jesús Ordóñez, Dionisio Humberto Machuca, Carlos G6mez, Pedro Argueta, Miguel Ángel soto, Arturo Gómez Soto, Nicolás Castillo, Chepe Batres, Juan Gómez, Eduardo Machuca, Francisco Adán Soto, y otros que no recuerda, actualmente sobreviven el señor Ordóñez y el señor Carlos Gómez).
En la medida en que rememora aquellos tiempos, el señor Adán Soto no puede ocultar su nostalgia y manifiesta jugábamos contra equipos de Jucuapa, Lolotique, San Luís y otros lugares. Cuando salíamos lo hacíamos a caballo, jugadores y aficionados.
Cuando éramos locales jugábamos en la plaza del pueblo, también se improvisaban canchas en la joya de 'Los Machuca', que gentilmente nos prestaba los hermanos don Máximo y don Gregorio Machuca, en la llamada joya 'del Pato' o en el Cocal.
Para concluir su información, el señor Adán Soto se refirió a que en el sistema de juego que se empleaba era de un portero, dos defensas, cuatro volantes, un centro y tres delanteros. Agregó que los colores del Club fueron azul y blanco.